Primeras impresiones con ATLAS.ti Mobile

Estas últimas semanas he estado –y sigo estando- inmerso en una etnografía multisituada sobre el consumo colaborativo, teniendo como emplazamiento los coches compartidos en el servicio de Blablacar y Amovens. Estas plataformas ponen en contacto a conductores y pasajeros particulares para compartir gastos de viaje y reducir la emisión de dióxido de carbono, con lo que la etnografía se basa en comprender cómo se construye la confianza entre pasajero-conductor y pasajero/conductor y plataforma de contacto para que un grupo formado por gente desconocida entre sí comparta coche durante varias horas -en el caso de esta investigación, suelen ser en torno a los 600 km cada viaje-.

Tomar notas en determinados escenarios a veces resulta complicado por el condicionamiento del propio espacio, por lo que las primeras notas que tomé con bolígrafo y libreta –de reducidas dimensiones- fueron un fiasco. No entendía –ni entiendo- muy bien mi letra en situaciones normales, como para entender mi letra escrita en un coche junto con otras tres personas más, cargado con mochilas, bolsos y maletas y unos muy agradables cuarenta grados rebajados con aire acondicionado.

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¿Cuali o cuanti?

A lo largo del desarrollo de las Ciencias Sociales se ha matenido un continuo debate sobre la metodología para analizar la realidad. Si es “mejor” la cualitativa o la cuantitativa, con unas tradiciones, positivista y constructivista, respaldando a cada una.

Este debate ha sido una constante a lo largo de mi carrera profesional. Miento. Incluso antes, en la Universidad, parecía un posicionamiento necesario. O eres de cuali o eres de cuanti. O Barça o Madrid. Dicho posicionamiento se mantiene en el mundo profesional, buscando técnicos cualitativos o técnicos cuantitativos, siendo raro la agencia o consultora que busca un perfil mixto.

A título personal, nunca he entendido esta discriminación entre dos tipos de investigaciones diferentes, con propósitos diferentes.…

Microetnografía: Carteras como artefacto cultural

La microetnografía es un tipo de etnografía que se centra en un problema concreto y conciso y que, lógicamente, no tiene la magnitud de la etnografía. Con esto, no quiero decir que se acorten las fases de la etnografía o que el tiempo dedicado a este tipo de investigaciones sea inferior. Todo lo contrario. En vez de analizar un proceso cultural desde un punto de vista holístico como los estudios clásicos sobre la estructura social de comunidades o las relaciones de género, la microetnografía tiene en las situaciones sociales interaccionales su principal objeto de estudio. Su principal bondad, y razón de ser, es que permite comprender las prácticas en el escenario en el que se llevan a cabo.

Aunque no suelen asociarse tales prácticas con el concepto de microetnografía, la práctica etnográfica para conocer las necesidades del consumidor en etapas de diseño (gráfico o industrial) estarían englobadas bajo la microetnografía y no como etnografía o como observación (tales prácticas reciben nombres distintos y, en muchos casos, mal empleados ya que es difícil hablar del método etnográfico cuando se dedica menos tiempo del requerido a tal metodología).

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Etnografía y la investigación de mercados

En la anterior entrada presenté las principales características y usos de la metodología etnográfica.

Pese a que tiene un amplio recorrido en las Ciencias Sociales, su empleo en la investigación de mercados es de carácter residual si lo comparamos con otras metodologías o técnicas de investigación de corte cualitativo como son las famosas entrevistas en profundidad o los grupos de discusión.

La información que se puede obtener a través de la etnografía es eminentemente cualitativa (captain obvious). La propia naturaleza de la etnografía sitúa al investigador en el escenario donde ocurre la acción. Esto le permite observar, preguntar y documentar la relación de nuestro producto con los consumidores[1]. Leer más